Firma tres documentos como "Papa"
Se cumplieron siete años de la renuncia del Papa Benedicto XVI a los cargos administrativos del papado y como obispo de Roma. Aún no se conocen bien todos los motivos de esta anómala y paradójica decisión (él adujo vejez y falta de fuerzas para enfrentar graves amenazas de la Iglesia).
La renuncia fue un hecho extremadamente raro teniendo en cuenta que, hasta el presente, se considera en la Iglesia que el cargo de sucesor de San Pedro es recibido para siempre (ad vitam). El mismo Benedicto XVI aclaró en su discurso de despedida, el 28 de febrero de 2013, que no renunciaba al munus petrinus, el cargo de Vicario de Cristo “en esto no puede haber un retorno a lo privado, es un cargo que se lleva hasta la muerte”.
En esta situación, el Papa Benedicto XVI ha firmado tres documentos como Papa:
1) el mensaje a la Universidad Urbaniana de Roma, el 21 de octubre de 2014, con motivo de la inauguración del Aula Magna que recibió el nombre de “Benedicto XVI”
2) el prólogo del libro “La fuerza del silencio”, del cardenal Robert Sarah
3) el documento titulado “La Iglesia y los abusos sexuales”, publicado por Francisco el 11 de abril de 2019, si bien es sabido que Benedicto XVI se lo envió meses antes con la idea de que sirviera en febrero de 2019 a los obispos convocados a la “cumbre sobre pederastia” en Roma.
En el primer documento, el Papa Benedicto XVI da las gracias por las razones que la Universidad Urbaniana tuvo en cuenta para dar su nombre al Aula Magna: por haber sido perito conciliar, profesor, por su papel como prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, y por su precioso magisterio como sucesor de Pedro.
El texto fue leído por monseñor Georg Wänswein, prefecto de la Casa Pontificia, con motivo de la inauguración del año académico de la Urbaniana.
El mensaje comienza recordando que la Iglesia nunca fue tratada como un solo pueblo o cultura, sino que siempre estuvo destinada a toda la humanidad, siendo signo visible de la paz universal. Y se pregunta si “¿esa misión es realmente actual, o más bien es preferible apuntar hacia el diálogo entre religiones, unidas en un servicio común a la causa de la paz?”. La respuesta se debe dar “sin perder de vista la cuestión de la verdad, a la cual no se puede renunciar en nombre de un deseo genérico de paz entre las religiones del mundo”.
El Papa indica que las religiones no son “una variante de una única y misma realidad que asume formas históricas diferentes dentro de la cual la prospectiva cristiana significa que Jesús puede conducir completamente a la verdad”.
En este sentido, afirma, “Cristo no destruye las culturas y las historias con las que entra en contacto, sino que las introduce en algo más grande hacia las que están en camino, llevándolas a su purificación y maduración”.
Concluye que la tarea de comunicar a otros el Evangelio de Jesucristo es razonable, “porque la alegría exige ser comunicada, así como el amor y la verdad; no con el fin de procurar a nuestra comunidad el mayor número de miembros posibles, ni tampoco por el poder, sino porque el amor vivido en la alegría es la auténtica prueba de la verdad del cristianismo”.
El segundo documento firmado por Benedicto XVI como Papa fue el prólogo del libro “La fuerza del silencio”, del cardenal Robert Sarah. En ese pequeño escrito el Papa exalta con Sarah el silencio de la vida cristiana que nos acerca a Jesús “para combatir la dictadura del ruido”, y concluye subrayando que, con el cardenal Sarah, “la liturgia está en buenas manos”, expresando así su apoyo al encargado de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.
El tercer documento firmado como Papa fue titulado por Benedicto XVI “La Iglesia y los abusos sexuales”. El texto, de 18 páginas, fue publicado por Francisco el 11 de abril de 2019, pero el Papa Benedicto la había escrito para darse a conocer en el mes de febrero anterior, para los obispos convocados a la “cumbre sobre pederastia” en Roma.
En ese documento, el Papa Benedicto XVI atribuye la pederastia a la revolución sexual de los años sesenta y denuncia que la pedofilia se diagnosticó como permitida: “Se puede decir que en los 20 años entre 1960 y 1980, los estándares vinculantes hasta entonces respecto a la sexualidad colapsaron completamente, y surgió una nueva normalidad que hasta ahora ha sido sujeto de varios laboriosos intentos de disrupción. Parte de la fisionomía de la Revolución del 68 fue que la pedofilia también se diagnosticó como permitida y apropiada".
El Papa Benedicto XVI señala también como causa la “decadencia moral de los sacerdotes y la irrupción del relativismo moral donde no existe ya el bien y el mal, sino solo aquello que según la circunstancia es relativamente mejor”.
En su documento, Benedicto XVI se refiere a obispos que “rechazaban la tradición católica en nombre de un catolicismo moderno”. Señala que el problema era conocido por El Vaticano, y añade que el Papa Juan Pablo Segundo llegó a la conclusión de que debia dotarse a la Congregación para la Doctrina de la Fe de la autoridad y los mecanismos para juzgar y castigar esos delitos que “una justicia demasiado garantista era incapaz de controlar”.
Estos tres documentos, que Benedicto XVI ha firmado como “Papa”, nos deja ver el interés con que va siguiendo las declaraciones y escritos del obispo de Roma.