
Con su Encíclica "Laudato Si", Bergoglio cae dentro de las peores corrientes del ambientalismo mundialista. Aunque inexistente, la falsedad del "calentamiento global" queda consagrada como dogma. La eco-teología que emplea toma elementos del ecologismo extremo de la New Age. En un análisis marxista, la Encíclica opone gratuitamente los marginados de las periferias a las transnacionales ecocidas.